Una Pausa Para Reflexionar

Una vez Jesús llegó al estanque de Betesda y vio los rostros angustiados de los que estaban allí sentados, sufriendo. Quizás nuestros sentimientos se parecen a los de ÉL, cuando visitamos un lugar con personas discapacitadas, cuando visitamos la sala de niños de un hospital, o cuando vemos los corazones preocupados de muchos de nuestros amigos o seres queridos. En momentos así, nos embarga la tristeza y deseamos ayudar a resolver esas situaciones tan disfíciles.

Para el paralitico de Betesda fu muy fácil contestar con el propio juego de excusas ensayadas y acumuladas a través de los años: <<Señor no tengo quien me meta en el estanco>>. Pero Jesús no hizo caso de las excusas del hombre enfermo. no discutió, no debatió, no pidió declaraciones, ni trato de evitarlas. Éste hombre en medio de su calamidad, se había acostumbrado a vivir en su condición <<Cuanto de nosotros no somo así?>>, por lo cual simplemente no encontraba razón ni motivos para tratar  de transformar su realidad. 

Existen personas hoy en día, que como éste hombre se acostumbran a su condición de miseria, de escasez o de enfermedad. para salir de ella, se necesita que su voluntad se comprometa verdaderamente con su intención.

Con relación a la pregunta del Señor <<¿Quieres ser sano?>>, el paralitico respondió positiva-mente. el determinar creer y tener la esperanza, puede propiciar cambios que de otra forma nunca ocurrirían. Nos puede ayudar a aceptar lo que quizás en realidad nunca cambie.

¿Quieres ser sano hoy?. Esa es la pregunta que el Señor nos hace en éste día, al encontrarnos perdidos, solos, tristes y sin esperanza, esta pregunta puede parecer para algunos absurda, pero nuestro amoroso Dios desea una respuesta sencilla, llena de fe y de esperanzas.